La mujer con la pata quebrada y en casa. Así es como quieren vernos
desde el poder. Porque saben que si nos dejan, podemos hacer un mundo
muy distinto. Pero no quieren. Los sucesivos recortes y suspensiones de
leyes y decretos previstos, hacen que la palabra *IGUALDAD* vaya
perdiendo el sentido poco a poco y demuestran que, meter la tijera en
los servicios sociales, nos afecta más a todas que a todos.
Nos recortan las prestaciones de la*ley de dependencia*, perjudicial
tanto para las mujeres que se quedan a cuidar a sus familiares directos
como para las contratadas para este fin. Las empresas de ayuda a
domicilio llevan meses sin cobrar. Cada vez se hacen menos centros de
día públicos. Y estos trabajos tienen cara de mujer.
Las *empresas de limpiezas* contratadas por las distintas
administraciones están llenas de mujeres con contratos a tiempo parcial
a las que, en muchos casos, se les deben varios meses de salario.
En *educación*, este año se quedarán vacías miles de plazas de
profesorado interino, con el consiguiente deterioro en la educación de
nuestras hijas e hijos. Cada año que pasa es más difícil encontrar plaza
en una escuela infantil pública. Los comedores escolares están saturados
de niños y niñas y el personal que les atiende es insuficiente,
debiéndoseles dinero en algunos casos también.
En *sanidad* amenazan con el copago y, al tener mayor esperanza de vida,
las mujeres cargaremos con él más que los hombres. La supresión o el no
cumplimiento de los conciertos con los hospitales privados para las
interrupciones voluntarias del embarazo, hace que en varias comunidades
estén adelantando el dinero para abortar las propias mujeres.
Sigue sin reconocerse el trabajo que se desempeña *en casa*, que es el
pilar de nuestra sociedad machista y patriarcal, y que acaba
convirtiéndose en trabajo gratuito.
Parecida es la situación de las *empleadas de hogar *porque, a pesar de
haberse aprobado en noviembre la reforma del régimen de la seguridad
social, la precariedad de su trabajo hace que las personas trabajadoras
piensen que no les merece la pena y las empleadoras se estén
cuestionando el seguir con su servicio, más cuando apenas hay
subvenciones estatales que reconozcan el fin conciliatorio del trabajo
de estas mujeres.
No queremos terminar sin nombrar a las *mujeres maltratadas*, que están
viendo cómo se recortan las subvenciones a las organizaciones que
gestionan los centros de asistencia y como disminuyen los recursos
destinados a su protección, convirtiéndose en el más evidente símbolo de
todos los derechos que las mujeres estamos perdiendo con esta estafa que
llaman crisis.Ante esta situación solo cabe la rebelión masiva y
decidida de todas las personas que creemos y luchamos porque la palabra
*IGUALDAD*tenga sentido.
desde el poder. Porque saben que si nos dejan, podemos hacer un mundo
muy distinto. Pero no quieren. Los sucesivos recortes y suspensiones de
leyes y decretos previstos, hacen que la palabra *IGUALDAD* vaya
perdiendo el sentido poco a poco y demuestran que, meter la tijera en
los servicios sociales, nos afecta más a todas que a todos.
Nos recortan las prestaciones de la*ley de dependencia*, perjudicial
tanto para las mujeres que se quedan a cuidar a sus familiares directos
como para las contratadas para este fin. Las empresas de ayuda a
domicilio llevan meses sin cobrar. Cada vez se hacen menos centros de
día públicos. Y estos trabajos tienen cara de mujer.
Las *empresas de limpiezas* contratadas por las distintas
administraciones están llenas de mujeres con contratos a tiempo parcial
a las que, en muchos casos, se les deben varios meses de salario.
En *educación*, este año se quedarán vacías miles de plazas de
profesorado interino, con el consiguiente deterioro en la educación de
nuestras hijas e hijos. Cada año que pasa es más difícil encontrar plaza
en una escuela infantil pública. Los comedores escolares están saturados
de niños y niñas y el personal que les atiende es insuficiente,
debiéndoseles dinero en algunos casos también.
En *sanidad* amenazan con el copago y, al tener mayor esperanza de vida,
las mujeres cargaremos con él más que los hombres. La supresión o el no
cumplimiento de los conciertos con los hospitales privados para las
interrupciones voluntarias del embarazo, hace que en varias comunidades
estén adelantando el dinero para abortar las propias mujeres.
Sigue sin reconocerse el trabajo que se desempeña *en casa*, que es el
pilar de nuestra sociedad machista y patriarcal, y que acaba
convirtiéndose en trabajo gratuito.
Parecida es la situación de las *empleadas de hogar *porque, a pesar de
haberse aprobado en noviembre la reforma del régimen de la seguridad
social, la precariedad de su trabajo hace que las personas trabajadoras
piensen que no les merece la pena y las empleadoras se estén
cuestionando el seguir con su servicio, más cuando apenas hay
subvenciones estatales que reconozcan el fin conciliatorio del trabajo
de estas mujeres.
No queremos terminar sin nombrar a las *mujeres maltratadas*, que están
viendo cómo se recortan las subvenciones a las organizaciones que
gestionan los centros de asistencia y como disminuyen los recursos
destinados a su protección, convirtiéndose en el más evidente símbolo de
todos los derechos que las mujeres estamos perdiendo con esta estafa que
llaman crisis.Ante esta situación solo cabe la rebelión masiva y
decidida de todas las personas que creemos y luchamos porque la palabra
*IGUALDAD*tenga sentido.
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